viernes, 22 de julio de 2011

A LA FRUSTRACIÓN


Yo no lloro por el egoísmo del mundo,
Lloro por el egoísmo de mí mundo, del que me solía importar.
Yo no me quejo de los golpes y la saliva derribados a mi paso,
Me quejo de aquellas sonrisas familiares que se vuelven muecas macabras.
Yo no sufro por el odio, por el golpe en la espalda, por las pisadas en el cuello
Sufro por el abrazo infame, por la palmada venenosa, por las memorias rotas.

No me lastima el hecho de no ser notado, de ser un fantasma,
Me hiere que aquello que solía constituir una verdad, hoy sea pura y barata ilusión.
Y no, no me lamento porque el mundo gire,
Me lamento porque gira con furia sobre lo que yo consideraba una casa, un castillo, un lugar al cuál llegar.
Duele, no por que todo sea sumamente frágil, voluble, derribable,
Sino porque aquellas cosas que uno tenía en el altar, hoy se caen.
Gravedad, te maldigo por hacer que las almas que compartían mis vuelos,
Hoy estén muy cerca, casi pegadas, al infierno.

LUCIDEZ


Juan me visito muy alterado alrededor de las 4 de la tarde. Me pareció muy extraño pues él es un tipo muy pasivo, rayano en lo estático, pero esta vez no existía atisbo de esa personalidad calmada y serena. Estaba iracundo, irracional, completamente fuera de si. Juro que de no conocerlo pensaría que estaba sumamente ebrio. Pero no, simplemente tenía un coraje endiablado. La razón: una mujer. La chica con la que estaba saliendo decidió, en un ataque de falsa moral, dejarlo de buenas a primeras y seguir con el tipo que ha sido su novio desde hace 4 años. Mi amigo no comprendía tal giro en la relación.
  
   - Que no me joda cabrón. Si en realidad lo ama tanto como ahora dice, ¿por que coños se relacionó conmigo?
   - Si, tal vez tengas razón en tus argumentos, pero sabías la situación. No me vengas con cursilerías.
   - No son cursilerías, es puro sentido común. Explícame por que carajos sigue con ese individuo que a todas luces es un mediocrazo que no la llena. Le va a arruinar la vida.
   - Eso ya no es cosa tuya. Si a ella le gusta la mierda, pues que se bañe con ella.
   - Ya se. Perra loca. Pero lo que más me molesta es que el pendejete de su novio, un mustio pocos huevos, me manda de manera indirecta mensajitos amenazantes.
   - ¿Como es eso?
   - Pues así. El pendejin pone cosas en mi contra en twitter, claro, sin decirlo directamente.
   - Eso es realmente lo que te molesta ¿verdad mamón?

En ese momento Juan me vio con una cara que decía: "la mera verdad, sí" a lo que yo le respondí con una mueca que era una especie de “no mames” cruzado con un “que pendejada”. No se quien resultaba más patético, si el novio de la susodicha por empezar una peleita de kinder en redes sociales o el taradazo de Juan por hacer un entripado por ello. Me alegré mucho de no estar en sus zapatos. Era de pena ajena molestarse por un mensajito anodino, amén de resultar lastimoso el hecho de ser "el otro", aquel que solo "es" cuando no se encuentra en casa el titular de los derechos y a cambio entregarlo todo. Es como esos maestros sustitutos que se la pasan vagando sin hacer raíces en algún lado por más que se esfuercen en su cátedra, simplemente son vilipendiados por su condición de ser y no ser.                                   
Lo mismo sucedía con Juan quien no recibía insultos menores a “pobre pendejo” por parte de todos los amigos. Y es que lo entregó todo por unas pequeñas migas y eso nos parecía el accionar de un hombre que rebasaba la delgada línea entre la buena onda y la pendejez. 
Por ejemplo, Juan alguna vez cancelo un viaje a Cuernavaca con nosotros con tal de pasar un fin de semana con la mujer de sus deseos ya que el novio no estaría. Vaya chasco que se llevó mientras salía de bañarse, ya que mientras estaba en calzones secando su cabello, en su celular apareció el mensaje: "Cambio de planes, mi novio no se fue, lo siento, te veo después. Te Adoro!". De haber sido yo, me hubieran tenido que extirpar el apéndice ahí mismo. Sin embargo Juan aguantó estoico, pues aunque ya he mencionado su inocencia/estupidez, es una gran persona.

   - Bueno y a todo esto, ¿que piensas hacer? Ni modo que le respondas con un tweet al susodicho.
   - Cabrón, no te burles. ¿Te das cuenta lo patético que es ese hombre? Es más ni hombre es, simplemente se trata de un mediocrito cualquiera. Es un hombre gusano, no más. No desperdiciare mi tiempo con un pusilánime de esa calaña.
   - Esa es una decisión de hombre sabio, por lo cual resulta extraño viniendo de ti. ¿No será que más bien te acordaste que te saca medio metro de altura?
   - No mames - respondió con violencia-. Aunque claro, es un factor para no buscar madrearlo.
   - Ok, ok, entiendo que primero esta la supervivencia, al fin y al cabo somos animales que prefieren correr que ahí quedarse. Pero, ¿Que pasará con Beatriz? Nunca más le hablarás ¿o si?
   - No sé. Creo que no.
   - ¿Crees que no?
   - Bueno, tal vez no. Es lo mas seguro. Es que ¿sabes?, siento que debo odiarla por mustia, pero no puedo olvidarme de los momentos a su lado.
   - Puterías- dije con un tono en el cual se mezclaban la sorna y el hartazgo.

       Juan por fin cayó rendido en el sofá tras desquitarse golpeando un cojín. Me pidió una cerveza pero no tenía ninguna bebida, así que decidimos salir por provisiones etílicas. En el camino, la maraña de rabia que traía tatuada en las tripas, explotó: justo cuando íbamos a cruzar la calle, un taxista estuvo a punto de arrollarnos. Juan, en un acto de rabia sumamente extraño en su persona, le recetó al taxista una serie de insultos y mentadas de antología. El chafirete se bajó de su unidad contestando la diatriba que mi amigo, convertido en un carretonero, le lanzaba sin piedad. Justo cuando lo tenía a un par de metros de distancia, el chofer no alcanzó a completar su frase pues Juan le sorrajó tremenda patada ninja en la cara. Recuerdo que solo se escuchó la voz tipluda de aquel hombre: "¿Cual es tu pedo pendejjjj...? seguido de un golpe seco en el pavimento. El taxista se encontraba con la nariz embarrada en el asfalto y Juan siguió caminando como si nada una vez que le escupió al cuerpo inerte en el piso. Se transformo frente a mis ojos de, literalmente, un solo golpe. Dejó de ser el niño llorón que le ponía unos madrazos a los cojines de mi casa para convertirse en una especie de Bruce Lee enloquecido por los celos.

       Llegamos a la tienda, compramos una cantidad brutal de cervezas y regresamos a mi casa. Pusimos música, nos sentamos en los sillones y bebimos sin decir gran cosa en gran medida por la impresión que me causaba el nuevo estado de Juan. Solo soltábamos frases esporádicas por aquí y por allá, lo importante era beber. Yo me embriagaba con la curiosidad científica de ver a mi amigo convertido karateca, Juan lo hacía para no salir y  acabar con todos los malos taxistas de esta ciudad.
Mientras el alcohol corría por nuestras gargantas, al paso de una media hora en completo baño de cerveza, noté algo en mi amigo: sus facciones parecían diferentes. No era el mismo muchacho emberrinchado que llegó a mi casa sino que ahora su cara estaba llena de dureza, como si de la nada la mandíbula, la frente y los pómulos hubieran absorbido todo atisbo de piel. Parecía que llevaba puesta una mascara de acero. Sus ojos ya no estaban inyectados de ese rojo que aparece cuando se contiene el llanto, sino que ahora tenían una tensa calma, como si de golpe y porrazo el mundo se hubiera vuelto otro para él y cavilara al respecto. Tenía la mirada clavada en la quinta cerveza que se bebía. Sus dedos se ponían tensos al apretar ligeramente la botella, como si amagara romperla. Luego se soltaban como si cada vez que la soltara liberara el rencor y ganara sabiduría. Se bebió de un largo trago toda el líquido, la dejo con calma en la mesa, me miró y dijo:
  
   - ¿Sabes que es lo mejor?
   - No, ¿que?
   - Que yo no tengo que hacer cosa alguna. El tiempo por si mismo se encargará de darme la razón, de otorgarme la revancha.
   - ¿Cómo? No te entiendo.
   - Es claro. ¿Sabías que Beatriz tiene pensado casarse en un mes con su novio?
   - ¿En serio? Pero si solo tiene 25 años. Que no mame.
   - Ya sé. Por eso mismo te digo que el tiempo se encargará de las cosas- dijo. Hizo una pequeña pausa para encender un cigarro y prosiguió-. Me explico: tanto su novio como yo estamos en un coraje sostenido desde hace unas horas. Ella llorará a mares para ser perdonada por el novio con cornamenta, dirá que yo solo fui un error, algo que no debió pasar. Algo que fue sin querer, una cosa tonta. Sin embargo, ese solo será el principio de la venganza del tiempo- Juan ya no parecía Bruce Lee. Ahora había mutado en un monje tibetano que filosofaba con tranquilidad sobre cualquier tópico.
   - Sigo sin entenderte. ¿Ya estas pedo?
   - No, no mames. Créeme que nada de eso. De hecho creo que nunca había estado tan claro con mis pensamientos. Pero ahora los veo cristalinos, puros, transparentes. Los nubarrones del odio se han ido y llega el plato frío de la venganza.

      En ese momento, cuando hablaba con la grandilocuencia de un pastor religioso, mi amigo me dio miedo. La mirada estaba completamente rara, como si tuviera alguna clase de locura temporal. Apagó su cigarro a la mitad y encendió otro. Con ese acto confirmé todo: a Juan se le había ido la olla.

  - El chiste es este: él vivirá siempre en cuestionamiento sobre sus capacidades como hombre. Cada vez que ella le diga que le gusta, por ejemplo Johnny Depp, el muchachito pensara en mí. Pero no porque yo me parezca a Depp, sino porque los celos lo carcomerán irremediablemente al recordar que la chica a su lado fue capaz engañarlo con un tipo como yo, el más lejano a Depp. Así que se imaginará como por reacción la infinidad de porquerías que le haría a un macho alfa como Johnny, pues si ella fue capaz de ponerle los cuernos con un sujeto tan ordinario como yo, que no le haría a un sujeto que se parezca a Depp. Porque para él soy solo un tipo ordinario, un ser despreciable, una mierda. Sin embargo esta mierda le bajó y fajó a su “mujer “, esa misma que le pinta una sonrisa mientras la tiene tomada de la mano, aquella de la que desconfiará todas las noches que están juntos. Es más, la primera vez que se la vuelva a coger solo pensará cuantas veces lo hicimos, cuantas noches ella me decía las mismas cosas que a él, si se venía conmigo, si en ese momento ella no piensa en mí. Su sistema nervioso se volverá una bomba de tiempo y lo primero en explotar será su capacidad de mantener una erección, ya lo veras. Y si no me crees, al tiempo.

       Ante estas cavilaciones no sabía que  hacer o decir. Solo venía a mi la idea de soltar una carcajada acompañada de un "no mames" sardónico o de plano decirle que estaba mamando demasiado en un tono serio. Sin embargo, a pesar de lo disparatadas de sus ideas, escucharlo exponer con tanta seguridad sus hipótesis me dejaba solo con la capacidad para admirarlo. Como dije, no sabía si Juan estaba a punto de decir una gran verdad o simplemente era balbucería de un hombre despechado, el peor estado de cualquier ser humano. Mientras yo pensaba en eso, el siguió:

  
       - Por otra parte a ella, paulatinamente, se le ira carcomiendo el alma. Estar conmigo no solo era un placer físico, sino que buscaba algo que él no era capaz de proveerle. Su infidelidad no era más que un grito de ayuda. No, que chingada ayuda, se desgañitaba pidiendo auxilio. En el fondo lo único que tiene es miedo a la libertad. De esa materia están hechos los mustios pocos huevos: tiran la piedra pero esconden la mano. No saben vivir libres, se someten a lo que sea y ante quien sea. Lloran con una facilidad pasmosa mientras planean como librarse de los problemas que ellos mismos ocasionaron, huyen todo el tiempo. Y Beatriz empezará ese proceso justo ahora, esa carrera por complacer al hombre al cuál ahora se arrepiente de engañar, pero cuando nos besábamos ni por la mente le pasaba.                       
Por ejemplo, cada vez que algo no le guste se tendrá que quedar calladita, pues ella es la que tiene que esforzarse para que la relación vaya bien. Él tendrá el control absoluto de las cosas. Ante cualquier falla el tema saldrá a la luz. Ella dejará de ser Beatriz para volverse su Beatriz, la amoldará a sus caprichos y gustos. Ella verá como la vida sigue por la ventana mientras permanece encerrada en un cuarto jugando el rol de noviecita decente, la futura esposa de don mediocre. Para ella será amor, para él será un acto de misericordia el perdonarle tan alto agravio. Para ambos parecerá que su tren romántico seguirá a todo vapor. Sin embargo el conductor es un loco paranoico y la guardagujas no pone atención en lo que debe, pues esta distraída contemplando el horizonte. Ese tren se estrellará cuando él la vuelva su señora. Ahí estará el principio del fin: justo cuando ella diga "si, acepto", poco a poco, casi imperceptiblemente, en nombre de lo que engañosamente cree amor, dejará de ser mujer y se convertirá en señora, en doña.

       Al pronunciar esa última frase Juan hizo una mueca que parecía decir “ni modo”, a la vez que levanto los hombros con desdén. Se dirigió a la cocina por otra cerveza. Yo no sabía si aplaudirle o de plano darle el avión. Su transformación resultó impresionante: llego con un berrinche digno de un niño que no quiere separarse de su mamá el primer día de escuela, acto seguido se transformó en un Hulk asesino de taxistas y por último se convirtió en un émulo de Cioran. Vaya cosas del desamor y la desesperanza. Sin saberlo, Juan puso mi cabeza a girar, a pensar en muchas cosas: la capacidad de la gente para mentirse a si mismos y lo cómodos que se sienten con ello, el miedo a la libertad, la involución de la gente, la doble moral otorgada por siglos de religión, etc.
Di un trago a mi botella y solo pensé que todo es un gran efecto mariposa. Mientras Beatriz empezó su camino al Gólgota, Juan ascendió a una extraña madurez y sabiduría. Él se volvió de golpe, otro hombre y ella se convertirá en una señora, renunciando a ser mujer. El Ying-Yang en todo su apogeo, el universo no es más que un equilibrio constante, es un ir y venir. Así como Dios le agradece al Diablo su existencia, Juan deberá agradecer toda la vida que Beatriz se haya convertido en una doña, pues al llevar a cabo su transformación, lo liberó de un sinfín de estructuras mentales manufacturadas por Disney. Juan conoció lo pusilánime del ser humano mediante el amor. O el desamor, o cualquier extraña forma en la que se relaciona la gente. Realmente creo que mi querido amigo descubrió lo infinitamente aburrida y engañosa que resulta la felicidad.

       Justo estaba yo en esas cavilaciones, cuando Juan regresó a su lugar con una nueva cerveza en la mano. Solo esperaba que se sentara para decirle lo grandes que me parecían sus ideas, las genialidades que había encontrado al arrastrarse por el fango del desamor. Imaginaba una plática intensa y sumamente profunda con un amigo que se encontraba en plena metamorfosis. Quería que me dijera más del río de ideas que seguramente cruzaba su cabeza. Una vez que se sentó, tomo el encendedor y destapo su cerveza. Al hacerlo, dio un largo trago, me vio fijamente, prendió un cigarro, le dio un par de bocanadas y soltó una risita burlona, prácticamente un espasmo. Dejo el encendedor en la mesa, volvió a verme y dijo:

   - ¿Sabes que?
   - ¿Qué? – Le respondí con una curiosidad casi infantil pues sabía que venían mas ideas de este nuevo hombre que tenía una lucidez impresionante. Ya esperaba emocionado que de su boca salieran ideas como puños, cuando dijo, tras soltar un ligero eructo:
 
   - No me hagas caso, la única verdad es que ya estoy muy pedo.